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Los adolescentes felices

PSICOTERAPIA INFANTO-JUVENIL

La incapacidad madurativa para comunicar y reconocer lo que nos angustia puede suponer el desarrollo de una serie de síntomas que poco tengan que ver con la problemática real de nuestros hijos. De ahí la necesidad de una adecuada preparación profesional para poder llegar al fondo de la cuestión y no poner únicamente parches temporales de uso extendido. ¿Cuántas veces habrán dejado sin recreo a un niño y cuántas veces habrá seguido teniendo las mismas conductas disruptivas en clase? ¿Cuántas veces habremos intentado que nuestros hijos nos cuenten que algo les está afectando y nos encontramos una puerta cerrada en nuestras narices? ¿Cuántas veces habremos intentado que nuestro hijo intente disfrutar más de sus amigos, su familia, su juventud y nos encontramos con que solo quiere estar pegado a un ordenador? Estas dificultades a nivel emocional, social y conductual son comunes en esta etapa, es lógico que nos duela sentirnos tan alejados de ellos. Acudir a psicoterapia en estos momentos supondrá un beneficio para la persona en crecimiento ya que tendrá la oportunidad de hablar en un clima de confianza.

Mis pilares son el vínculo y el afecto. El vínculo que se genera entre el niño-adolescente y el terapeuta, le permite desarrollar sentimientos de seguridad y confianza para poder expresar lo que sucede de forma directa o indirecta a través del juego, dibujo, psicodrama… Y el afecto, como lugar para reparar daños emocionales y aprender a expresar dichas emociones.

 TDAH / hiperactividad.

 Rabietas y problemas de conducta.

 Bajo rendimiento académico.

 Problemas en el control de esfínteres.

 Problemas de sueño.

 Bajo estado de ánimo.

 Baja autoestima.

 Ansiedad y fobias.

 Miedos.

 Separación de los padres.

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